La pandemia de Covid-19 ha provocado intensos debates sobre su impacto en la salud mental. Aunque las tasas globales de suicidio se mantuvieron estables, el efecto específico en las conductas suicidas no letales, como la ideación y los intentos de suicidio que no resultan en muerte, no había sido explorado detalladamente hasta ahora. Un nuevo estudio dirigido por el Dr. Víctor Serrano-Gimeno, del Grupo de Investigación en Salud Mental del Instituto de Investigación Sant Pau (IR Sant Pau), destaca un incremento significativo en estas conductas tras el confinamiento.
Publicado en la revista The Lancet Psychiatry, el estudio analiza datos recopilados a través del Código de Riesgo de Suicidio Catalán desde una cohorte de todos los hospitales de Cataluña, cubriendo tres periodos: preconfinamiento (desde el 1 de enero de 2018 hasta el 14 de marzo de 2020), durante el confinamiento (del 14 de marzo al 21 de junio de 2020), y postconfinamiento (del 21 de junio de 2020 al 31 de diciembre de 2022).
Los resultados indican un leve aumento en los comportamientos suicidas no mortales antes del 13 de marzo de 2020, una disminución durante el confinamiento, y un aumento del 50.77% después del confinamiento, resaltando el prolongado impacto de la pandemia en la salud mental.
El Dr. Serrano-Gimeno explica que la reducción inicial podría deberse a un acceso reducido a métodos para autolesionarse, mientras que el aumento posterior podría reflejar los desafíos del aislamiento social y económico. Los datos estratificados mostraron un incremento significativo en conductas suicidas no mortales especialmente entre mujeres de 18 a 30 años y menores de 18 años, subrayando la necesidad de estrategias preventivas específicas para estos grupos.
La Dra. Maria Portella, líder del mismo grupo de investigación, enfatiza la importancia de abordar la suicidalidad como un aspecto fundamental de la salud pública, más allá de la patología mental. El Dr. Narcís Cardoner añade que es crucial considerar la salud mental como parte integral de la salud en futuras crisis, dada la evidencia de que las medidas centradas exclusivamente en la salud física pueden tener consecuencias negativas para la salud mental.
Este estudio sugiere que las decisiones tomadas durante la pandemia podrían tener efectos duraderos, y resalta la importancia de integrar la salud mental en la planificación de la salud pública para enfrentar mejor futuras crisis globales.
